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Mitos y Verdades sobre la Vacuna Contra el COVID 19

Mitos y verdades sobre las vacunas de COVID-19

Comunicar información correcta y fidedigna, basada en hechos científicos es responsabilidad de todos.

Hoy día es importante validar la fuente de la información y si la misma es confiable. Para información fidedigna sobre temas relacionados al campo de la salud se debe de recurrir a fuentes como los Centros de Control y Prevención de enfermedades (CDC por sus siglas en inglés), la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA por sus siglas en inglés) y la Organización Mundial de la Salud (WHO por sus siglas en inglés).

El tema que más información genera diariamente es el COVID-19. Es por esto que está más a riesgo de que se genere información incorrecta o mitos, tanto del virus como del tratamiento y la prevención (vacunas). A continuación, citamos varios ejemplos que vemos a diario de mitos sobre las vacunas contra el COVID-19.

Mito #1: Recibir una de las vacunas contra el COVID-19 causa que el cuerpo se convierta en un magneto.

Falso, administrarse cualquiera de las vacunas contra el COVID-19 no te hará ser magnético. Todas las vacunas contra el COVID-19 son libres de metales. Este mito surge en las redes sociales, luego de varias publicaciones por usuarios que se pegan objetos metálicos a la piel luego de haberse administrado una de las vacunas contra el COVID-19.

Mito #2: Las vacunas contra el COVID-19 causan infertilidad.

Falso, no hay ninguna evidencia científica de que la vacunación contra el COVID-19 cause problemas con el embarazo. Incluso, no hay evidencia que sugiera que la infertilidad sea un efecto adverso de cualquier vacuna, incluyendo la vacuna contra el COVID-19. Este mito surge en las redes sociales de información falsa de que hay una secuencia de proteínas que se comparten entre la proteína espiga (secuencia de proteínas usadas por las vacunas) del COVID-19 y la placenta.

Mito #3: Las vacunas contra el COVID-19 tienen un microchip para rastrear los movimientos de las personas.

Falso, ninguno de los componentes de las vacunas contra el COVID-19 puede ser utilizado para rastrear a un individuo. Este mito surge en las redes sociales, cuando un usuario hace alegaciones sobre una compañía. La compañía distribuye dispositivos para administrar vacunas y tiene un producto con un microchip en la etiqueta de la jeringuilla para confirmar el origen y fecha de expiración de la vacuna que va a ser administrada.

Mito #4: Las vacunas contra el COVID-19 alteran el ADN (material genético)

Falso, ninguna de las vacunas contra el COVID-19 entran al núcleo de las células que contienen el material genético. Las vacunas le dan instrucciones a la célula de que comience a producir una secuencia de proteínas para que el sistema inmune las pueda reconocer y realizar su trabajo. Este mito surge ya que el proceso biológico de producir proteínas es uno complejo y de no ser explicado correctamente puede llevar a malos entendidos.

Mito #5: Recibir una de las vacunas contra el COVID-19 hará que me contagie con el virus COVID-19.

Falso, ninguna de las vacunas contra el COVID-19 contiene el virus de COVID-19. Estas vacunas contienen instrucciones para que el cuerpo comience a producir proteínas para que luego el sistema inmune pueda reconocer el virus y poder defenderse. Este mito surge debido a que existen vacunas que utilizan el virus inactivado/muerto (como lo son las vacunas contra el Hepatitis A, la gripe, el polio y la rabia) y otras que utilizan el virus debilitado (como lo son las vacunas contra la varicela, la viruela, paperas, sarampión, entre otras).

Mito #6: Recibir una de las vacunas contra el COVID-19 me hará dar positivo a la prueba del COVID-19.

Falso, ninguna de las vacunas contra el COVID-19 provoca que se dé un resultado positivo a las pruebas que se utilizan para confirmar una infección actual. Este mito surge, dado que luego de administrarse la vacuna uno desarrolla anticuerpos, los cuales arrojarían un resultado positivo a pruebas de anticuerpos. Las pruebas de anticuerpo se utilizan para ver infecciones previas y para determinar si hay algún nivel de protección contra el virus.

Mito #7: Si me contagié con el virus de COVID-19 no necesito vacunarme.

Falso, no necesariamente haber tenido el COVID-19 resulta en ser inmune a una re-infección. Existe evidencia de que hay beneficio de vacunarse aún cuando la persona ha pasado por la infección. Este mito surge ya que el cuerpo sí desarrolla cierta inmunidad luego de una infección por COVID-19, pero este tipo de inmunidad se está demostrando que no perdura mucho tiempo.

Mito #8: Los efectos adversos peligrosos de las vacunas contra el COVID-19 son comunes.

Falso, las vacunas contra el COVID-19 tienen los efectos comúnmente asociados a las vacunas como lo es el dolor en el área o alrededor del área de inyección, dolor de cabeza y/o fiebre que puede durar uno o dos días. Estos son signos de que la vacuna está estimulando tu sistema inmune. Este mito surge ya que han surgido casos de efectos adversos poco comunes que pueden ser fatales. Por ejemplo, la FDA recientemente incluyo una precaución para la vacuna contra el COVID-19 manufacturado por Johnson & Johnson del síndrome de Guillain-Barre (GBS por sus siglas en ingles). GBS es una condición poco común en el cual el sistema inmune ataca los nervios. Luego de 12.5 millones de administraciones de estas vacunas, solo se ha reportado en 100 casos, eso es un 0.0008%, con solo un caso resultando en muerte. Para poner perspectiva, la aspirina (que es de uso relativamente común) puede causar una reacción adversa severa llamada reacción a fármacos con eosinofilia y síntomas sistémicos (DRESS por sus siglas en ingles), que ocurre entre 0.01-0.1%y puede resultar en hasta un 10% de muertes en las personas que desarrollan el DRESS.

Mito #9: Los estudios de las vacunas contra el COVID-19 fueron acelerados y no son confiables.

Falso, hay muchas razones por las cuales las vacunas contra el COVID-19 se pudieron desarrollar tan rápido:

  • La tecnología utilizada por Pfizer/BioNtech y Moderna, llamada mRNA, se comenzó a desarrollar en el 1990 y permite que se desarrollen vacunas de una manera rápida.
  • El coronavirus como grupo existía antes de la pandemia del 2019. Es decir, su material genético se ha estudiado previamente. La primera cepa aislada en seres humanos fue en el 1965 (esto significa que el virus existía previo a su descubrimiento) y hay 3 cepas que pueden causar síntomas severos:
    • El síndrome respiratorio agudo grave de coronavirus (SARS-CoV, 2003)
    • El síndrome respiratorio de oriente medio de coronavirus (MERS-CoV, 2012)
    • El síndrome respiratorio agudo grave de coronavirus 2 (SARS-CoV-2, 2019)
  • China logró aislar y compartir la información genética del COVID-19 de manera rápida, lo cual permitió a los científicos comenzar a desarrollar una vacuna. Esto fue de la mano de las compañías que comenzaron a desarrollar las vacunas previo a la aprobación de la FDA, lo cual permitió tener suplidos al momento de aprobación. Cabe mencionar que las vacunas aún están aprobadas bajo autorización de uso de emergencia (EUA), el cual significa que se están observando constantemente. Un ejemplo es que salió a la luz la posibilidad de que la vacuna de Johnson & Johnson pudiera causar problemas en la sangre (seis casos reportados), por lo cual la FDA puso pausa a la distribución y administración de la misma. Luego de una revisión rigurosa de seguridad, se permitió continuar con el uso de la vacuna.
  • Las manufactureras no brincaron ninguno de los pasos para la aprobación, lo que hicieron fue realizar más de un paso a la vez (operación “Warp Speed”).
    • Fase pre-clínica y fase 1 combinadas (5 meses): Usualmente ocurren separadas, la fase pre clínica con una duración de 3 meses y la fase 1 con una duración de 5 meses.
    • Fase 2 y fase 3 combinadas (6 meses): Usualmente son en secuencia, pero se permitieron correr al mismo tiempo y cada fase generalmente dura 21 meses.
    • Fabricación paralela: Es común que las manufactureras esperen hasta que se finalice la fase 3 para comenzar a fabricar el producto, pero este proceso se comenzó al mismo tiempo de la combinación de fase 2 y 3.

Siempre es importante que, al momento de tener una duda sobre cualquier tema, se consulte a un experto en el área. Más aún, luego de obtener información correcta, es un deber promocionarla y al momento de escuchar o leer información errónea educar de una manera respetuosa y amable.

Referencias:
https://www.cdc.gov/coronavirus/2019-ncov/vaccines/facts.html
https://www.hopkinsmedicine.org/health/conditions-and-diseases/coronavirus/covid-19-vaccines-myth-versus-fact

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