Robert Rodríguez Sanfeliz fue aficionado a las motoras durante años, hasta que un día sintió que la actividad perdió su atractivo. Ya no se encontraba tan contento durante sus corridas, así es que decidió dejar de recorrer las carreteras sobre dos ruedas y buscar nuevas formas de pasar el tiempo.
Bajo esta convicción, decidió vender su moto y consiguió un comprador. El 28 de octubre de 2022 se la entregaría al nuevo dueño y quedaría cerrada su era de ‘biker’. Pero el lunes anterior, Robert recibió la llamada de un amigo. Lo invitaba a una “corrida de negocios”, como se le conoce a los recorridos de local en local a lo largo de una ruta previamente establecida. En este caso, el grupo iría de Dorado a San Juan. Aunque no era su costumbre salir en motora los días de semana, Robert aceptó. Después de todo, sería “una última vuelta”.
Aquel lunes, el grupo de amistades era muy grande, así es que de regreso a casa luego de participar de la corrida, Robert le sugirió a un amigo adelantarse un poco para ir más tranquilos. Cuando estaba ya bastante cerca de su destino, el motociclista sintió el impacto de un auto que, alegadamente, iba a exceso de velocidad intentando rebasar a otro.
“Siento que estoy arrastrando el casco en la brea”, recuerda, quien tras caer en la carretera fue protegido por el amigo que le acompañaba y otros conductores para no ser aplastado por los vehículos que venían detrás del que le causó la caída.
Tras el choque, tenía algo de conciencia, pero ninguna claridad para entender lo que había ocurrido. Estaba muy confundido y no se explicaba la situación. Asegura que iba en su carril, conduciendo de manera responsable y dentro de los límites de velocidad permitidos. Fue a través de la reacción de los que estaban a su alrededor que comenzó a entender el impacto del incidente.
“Mi amigo me dice: no te muevas. Tienes la pierna ‘esbaratá”, cuenta Robert. Su respiración se fue haciendo más lenta rápidamente y comenzó a sentir un profundo dolor en el pecho. Tenía cinco costillas rotas y su mano derecha, la que utilizaba para ejercer su profesión de barbero, también había sufrido un daño grave.
Una ambulancia que pasaba por la escena se detuvo, una coincidencia que Rober identifica como su gran golpe de suerte en medio de la tragedia, pues estaba perdiendo demasiada sangre y casi no era capaz de respirar. Cuando llegó al hospital, su vida prendía de un hilo.
Robert, quien entonces tenía 45 años, pasó dos meses hospitalizado. Durante este periodo los médicos trataron de salvar su pierna, pero sus heridas eran demasiado severas. Era imposible realizarle una cirugía y, de todos modos, había perdido dos de las tres arterias que mantenían viva esa extremidad.
“Tomé la decisión de autorizar la amputación, que fue muy fuerte para mí”, reconoce quien además era profesor de barbería y estilismo.
Adaptarse a su nueva realidad ha sido un proceso muy difícil, especialmente debido a que el daño físico sufrido le impide retomar su trabajo. Por un lado, no ha podido encontrarse cómodo y sin dolor utilizando la prótesis en su pierna derecha. Por otro, su mano diestra -la derecha- perdió movimiento. Su mano -que ahora tiene una placa y 15 tornillos- es esencial para llevar a cabo su labor.
Cuando decidió vender la motora, su plan era utilizar el dinero para apoyar su emprendimiento: un negocio de instalación de puertas y ventanas. Sin embargo, ante lo acontecido, la prioridad ha sido cuidar su salud y costear los gastos médicos.
A Robert le gustaría contar con apoyo de otras personas que, al igual que él, han perdido alguna extremidad debido a un choque. Piensa que puede aprender de ellos, desahogar muchos sentimientos y encontrar motivación. Por el momento, su apoyo principal es su familia. Lamenta que muchas de las amistades con las que compartía la afición por el motociclismo desaparecieron.
“Me dio más tristeza porque cuando uno estaba bien, ahí estaba todo el mundo, pero cuando pasa algo de esta magnitud uno sabe quién es quién”, reflexiona, mientras busca alternativas para su futuro. “Ahora mismo no he analizado en qué me puedo reinventar. Tengo que verr lo que puedo hacer, reconociendo mis limitaciones”, apunta.



